Amanecer un día pensando que todo va a ser lo mismo... y resulta que no, ya no puedo pasarme horas debajo del dulce sol dorado del verano, absorber cada gota azul del agua, oler el fresco aliento esmeralda del césped, o el húmedo tacto de la arena. La tranquilidad, la falta de responsabilidad, las ganas de no hacer absolutamente nada, solo descansar, ya... deben acabarse.
Adiós verano, de nuevo. Pero vaya forma que me ha deparado el destino de despedirme del verano....
Un dolor interior que me grita ¡Te falta algo!, junto con un bonito dolor exterior que literalmente me quema. Aunque como a nadie le importa, ya estoy yo para ayudarme a mi misma, llorar conmigo misma o gritar conmigo misma.
Peso si, como me dijo una vez una sombra, lo que a mi me pasa, siempre es muy fuerte....
No creas a una sombra blanca por fuera pero negra por dentro... acaba destrozándote.
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