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martes, 11 de noviembre de 2014

Los veintitantos

Es esa etapa en la que ya no estás seguro de quienes son realmente tus amigos, pasas de creer en su perfección a verles la doble cara o la cara oculta que nunca viste. O por el contrario te das cuenta de los amigos que has tenido a tu lado desde siempre y que aunque existan peleas memorables durante ese tiempo aun seguir ahí el uno para el otro.
Con respecto a la familia te das cuenta de que es lo que realmente vale en tu vida, te das cuenta de quienes son en realidad, los que jamás te dejaran pase lo que pase, los que se pelean contigo para verte crecer y verte conseguir todo lo que realmente quieres. Es la etapa en la que si tienes hermanos mayores ellos ya tendrán hijos y pareja, habrás asistido a sus bodas y habrás visto incluso el primer año de sus hijos. Y si son más pequeños ni te podrás imaginar lo que han crecido, tanto que ahora estudian a kilómetros de ti, sean más o menos los echas de menos, si, aunque ahora no os peleéis por quien entra antes al baño o quien lleva más tiempo en él. Ahora las peleas solo pueden ser por teléfono, pero no hay tiempo para peleas cuando lo que quieres es saber cómo esta.
Luego están los estudios, pasaste el colegio pero aun sabias que te quedaba mucho, pasaste el instituto y pensabas que aun te quedaba mucho, pasaste bachiller y empezaste a asustarte porque todo lo que habías pasado quedaba atrás, pero aun te quedaba la universidad. La universidad, esos años en los que pasas más tiempo de fiesta que estudiando (excepto el día antes del examen que pasabas la noche entre café y Redbull), en los que conoces a tus compañeros de profesión, en los que vives romances “maduros” y si tienes suerte, en los que visitas lugares que jamás pensaste que irías.
Y por último los amores pasados. Para las chicas como yo que no han tenido tanta suerte como otras, es el momento en el que vemos fotos de esos chicos por los que hemos estado locamente enamoradas. Algunos ahora son la cara opuesta de lo que eran antes, pero hay otros que te hacen hacerte una de las peores preguntas ¿Cómo pude dejarlo escapar? Por más chicos que hayas conocido el primer gran amor es imposible olvidarlo u odiarlo, eso lo dicen todos los libros, y es totalmente cierto.
Los veintitantos, esos años en los que estas en medio de tu vida, en los que salir de fiesta es tan divertido como quedar con tus amigas para comer queso y beber vino. Esa línea invisible entre la inmadurez y la madurez, entre la irresponsabilidad y la responsabilidad, entre perder la cabeza o asentarla, entre vivir la vida locamente o enamorarte locamente de tu vida.


domingo, 23 de marzo de 2014

Tortuga

Como las tortugas, tan duro por fuera y blando por dentro.
Quiero eliminar caparazones confusos,
silencios eternos, bailes con dueño que no son saciados,
miradas que no saben donde encontrarte.
Dime, Dios, que hago con él,
pierdo en el deseo de tocarle,
tan perfecto, tan cerca y a la vez tan lejos.
¿Qué hago? ¿Qué tengo que hacer? ¿Qué posibilidades tengo de conseguirle?
Dame una señal o un revolver con balas porque estoy a punto de estallar,
la impotencia me invade,
la esperanza se pierde y la cabeza me hierve.


Palmeras y mar


Días llenos de constantes aventuras, 
paraíso para algunos pero infierno para otros, 
continuo movimiento con vistas al mar,
paraíso con final.
Deseos profundos de arena y mar,
de azul y verde, de compañía y libertad.
Deseos de verte de nuevo,
de oír el cantar,
el cantar de sirenas que se esconden en tu agua con sal.
Esa sal proviene de llantos,
llantos por terminar.
Una noche te despiertas,
y ya no ves palmeras, nubes y arena.
Solo camas frías que echan de menos aquellos días,
aquellos recuerdos y aquellas vidas.


Hijo de los dioses, idiota sin corazón




Las casualidades son extrañas, 
te preguntas si el destino lo tenía escrito en una hoja de cuadros arrugada.
Porqué si debo olvidarte no haces más que volver a presentarte y llamar a mi puerta.
Cuando ya lo daba por perdido apareces para hacerme dudar, 
para recordarme que es la esperanza, el amor y la felicidad.
Asi es dificil olvidar nuestro pasado,
un pasado de hojas en blanco esperando ser escritas con historias que no se deberian contar.
Pero vuelvo a tenderme en la arena blanca esperando a que vuelvas,
hijo de los dioses e idiota sin corazón.


 

A 9 horas




Despierto pensando en palmeras verdes movidas por el viento, 
en diamantes azules que rozan la orilla a distinto tiempo.
Despierto pensando en tus ojos, tus manos, tu cuerpo.
Picardía extinguida en un solo vuelo.
Amanezco en distintos brazos suaves y tiernos.
Antes eran más frescos, 
ahora estos están manchados con sus recuerdos.
Recuerdos de barcos, de arena, de coches, de noches, de agua, de abrazos y besos.
Que pena me invade al pensar que no eres mio,
que todo quedó en un sueño,
que ya no hay más abrazos ni más besos.


viernes, 12 de abril de 2013

Princesa sin cuento

Me he sumergido hasta el fondo del océano,
he mordido miles de manzanas, 
me he pasado horas encima de alfombras,
he buscado ruecas y castillos,
me he dejado crecer el pelo,
he cantado en mitad de bosques,
he mirado en la parte mas oscura de mi armario,
he buscado conejos con relojes,
he dejado zapatos de cristal en mitad de la calle,
he besado sapos y ranas,
pero por más que lo intento,
no encuentro un cuento para mi,
ni un príncipe con su blanco corcel
que me lleve en brazos,
hasta un precioso atardecer.

viernes, 25 de mayo de 2012

Como voy a adorar a la luna después de haber visto el sol.

Y es mi lamento escrito en tristes versos los que me liberan de tus ojos. Maldigo cada palabra e imagen que cruzan mi cabeza añorando tus dulces labios y tu querido aliento.
Lloraría más veces por tu perdida que por el paso del tiempo. Más mi espejo me dice que mi sonrisa ya ha envejecido.
No se que será de ti, ni tampoco cual será mi destino, solo se que mi corazón que algún día me perteneció, ya no lo tengo, pues ahora es en tus manos ardientes donde yace dormido.
Limpia mis lágrimas con tu presencia.
El recuerdo de mis palabras, cada una surcando el mar de tus labios, pero ese recuerdo ya se acaba y desde mi delicado lecho, solo te mando tres palabras desprovistas de ingenio: Adiós, amor, te quiero.